El galeno revisó la historia clínica, la paciente tenía el diagnóstico de Cáncer de Riñón, diagnósticada dos años atrás por lo que había sido operada. Luego de la cirugía, le habrían expresado que "todo había salido bien" y que definitivamente "se encontraba curada" y sus controles serían cada vez mas espaciados.
Efectivamente, la historia clínica señalaba el cumplimiento de los controles, que, luego de algunos exámenes de rutina se habían ampliado a una nueva visita en seis meses.
Aproximadamente ocho meses atrás, Sofía, la paciente, se quejaba de dolor dorsal persistente, incómodo, que describía como "si tuviera una correa atravesada y presionante"; este hecho, no había llamado la atención a ninguno de los médicos que la habían atendido y apenas si figuraba un analgésico común que en algún momento le habían recetado.
Con la convicción de "su curación", Sofía restó importancia al dolor y para aliviarse, solía tomar el analgésico cada vez con mayor frecuencia.
Progresivamente el dolor se hacía intolerante y por esta razón había acudido nuevamente a su consulta con el cirujano oncólogo y éste le manifestó que "probablemente había realizado algún esfuerzo y que se olvidara del cáncer".
El Dr Seminario, en silencio, tomó la historia, revisó algunos sobres de unas antíguas radiografías y tomografías, las que se remontaban a los primeros meses del diagnóstico y nada más.
Después de examinarla, tomó de inmediato algunas órdenes e indicó una resonancia magnética que finalmente demostró la realidad: Sofía tenía metástasis ósea generalizada, especialmente en la columna vertebral y específicamente en la región dorsal se había producido una fractura con la consiguiente compresión medular que definitivamente la había dejado parapléjica; además, se evidenciaba metátasis hepática. (En palabras sencillas, el cáncer había tomado la mayor parte de sus huesos y afectaba también el hígado, pero además, el problema óseo había afectado la médula y esto le generaba dolor e imposibilidad para caminar)
Con la serenidad y celeridad se puso en contacto con un colega oncólogo clínico para determinar alguna posibilidad de tratamiento con quimioterapia, hecho que fue acogido por el galeno y de inmediato pudo orientar a la paciente sobre los pasos a seguir.
Cinco días después, el Dr Seminario tuvo la visita de dos colegas cirujanos, uno de ellos tenía la historia clínica en la mano y de una forma indignada reclamaba: "porqué tenía Ud que haber derivado la historia al clínico si la paciente PERTENECE AL SERVICIO"; "Nosotros al igual que ellos estamos capacitados para realizar también las quimioterapias" " Ud nos está metiendo en un problema" "El cáncer de riñón NOS PERTENECE y nosotros somos los que tratamos" "la paciente es nuestra y no de oncología clínica"...
El tiempo pasó, la paciente murió y las especialidades médicas quedan, como siempre, luchando por sus PERTENENCIAS, mientras que probablemente muchas personas con cáncer como Sofía, se encuentren en medio, sin saberlo, con sus expectativas de curación, la confianza depositada, sin que nadie explique, sin que alguno pueda decirle qué está pasando...
La historia contada es real, sólo se cambiaron los nombres por razones obvias.
En nuestra historia existen algunos detalles que merecen destacarse, la primera, el criterio de "estar curada" que la paciente expresaba como un hecho contundente que hipotéticamente su cirujano había señalado; lo segundo, la convicción del profesional o de los profesionales para indicar citas en 4 ó 6 meses; tercero, la poca importancia que se le da al dolor, aún cuando la paciente lo menciona inicialmente y finalmente, el concepto de pertenencia por parte de los miembros de un servicio, concepto convertido en convicción inquebrantable.
La generación de expectativas inadecuadas en pacientes con cáncer u algunas otras enfermedades crònicas ha sido ampliamente estudiada; el criterio de la denominada "mentira blanca" no es compartida por la mayoría de médicos y psicólogos a nivel mundial.
Ubicándonos en dos hipótesis, podríamos decir a) Que el médico dijo algo que la paciente interpreto como curación ó, b) Que el médico dijo efectivamente que estaba curada.
En el primer caso, habría que revisar los conceptos de la comunicación médico paciente; ¿porqué un paciente puede entender una cosa y el médico expresar otra? ¿Es el lenguaje del médico lo suficientemente comprensible y entendible para que una persona sin concoimientos médicos y además sufriente, puedan comprenderlo? ¿Cuánto tiempo se tomó el profesional para hablar sobre la condición en que se encontraba la paciente?¿Qué palabras utilizó, para expresar sus conceptos? y ¿Cómo podía estar seguro que la paciente había comprendido?.
En la segunda hipótesis, habría que preguntarse ¿qué tan convencido se encontraba el médico para considerar que la paciente estaba curada? ¿Cuál es la historia natural del cáncer, en este caso, de riñón?¿Cuáles son los datos estadísticos que ayuden a una opinión tan contundente?¿Cuál era la finalidad de señalar como verdad absoluta el criterio de estar curado?¿En qué beneficiaba al paciente?
El otro concepto es el de PERTENENCIA, es decir la aseveración "que un paciente pertenece a un departamento o área determinada" se orienta más al criterio de "cosificación" de la persona, a una visión de la enfermedad, por encima de la persona que sufre, en otras palabras es una despersonalización de la enfermedad (en el sentido de aislar a la enfermedad o a la entidad patológica de la persona).
Escapa este criterio a una forma racional de pensar y actuar como experto dentro de una especialidad; la formación como especialista no necesariamente nos puede quitar el sentido de la proporción para determinar nuestros alcances y limitaciones; para poder interactuar con otras áreas a fin de ofrecer alternativas viables, curativas, sintomáticas, de soporte o simplemente de acompañamiento en favor de la persona sufriente.
Decir ME PERTENECE, imposibilita cualquier accionar en favor del "pertenecido", incapacitándolo para opinar o ser partícipe de una decisión.
De cualquier manera quien pueda leer esta historia sacará sus propias conclusiones.
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